Nuestro cuerpo no solo expresa emociones, también las puede influenciar.
Hace 50 años, algunas disciplinas de la psicología y la neurociencia empezaron a estudiar cómo la dirección de nuestra mirada puede ayudar a crear estados mentales y emocionales.
No era una idea nueva. El budismo zen, el cristianismo y ciertas tradiciones orales de chamanismo también prestaron atención a la posición de los ojos a la hora de rezar, meditar o realizar un ritual.
Pero los científicos que vinieron después sí ayudaron a sistematizar esta idea.
Se dieron cuenta que muchas personas cuando lloran miran instintivamente hacia arriba, como buscando un alivio en los cielos. Mirar hacia arriba se asocia con emociones positivas, además de estimular la memoria visual y la imaginación.
Mirar hacia abajo se asocia con la introspección, con estados más reflexivos, con el diálogo interno.
Mirar hacia los costados puede estar vinculado con una escucha activa y un estado analítico. En la neurolingüísitica se asocia la izquierda con los recuerdos y la derecha con la imaginación. Aunque en las personas zurdas puede ser al revés.
Pero no hace falta creer. Un ejercicio muy simple puede ser:
Sentarse con la espalda recta y cerrar los ojos.
Mantener los ojos cerrados y mover la mirada hacia arriba. Mantenerla unos segundos.
Luego mirar hacia abajo y volver a mantenerla.
Observar cómo cambia la respiración, el ánimo o las imágenes que aparecen en la mente.
El disco “Geografía mental” del músico y DJ argentino Ismael Pinkler se puede escuchar en youtube, tidal, spotify, bandcamp.
Este fue el envío número 40 de “ a.m. “.
🤍
me hizo acordar a los ojos del butoh